Es una de las patologías más frecuentes y que provocan mayores daños en las estructuras de hormigón armado.

Se aprecia por el desprendimiento localizado en un punto concreto o de forma longitudinal, quedando expuestas las armaduras cercanas, que conlleva a una oxidación que se puede apreciar por manchas en la zona afectada.

corrosión de armaduras 1

Durante el proceso de fraguado del  hormigón, se produce hidróxido cálcico, que con un pH básico, provoca en las armaduras una pasivación del acero, quedando protegidas de la corrosión.

Si bien, existen varias causas por las que se puede perder esta protección anticorrosiva, en la mayoría de casos es la carbonatación y la presencia de cloruros, facilitado por la presencia de fisuras y la porosidad del hormigón, que permite la llegada hasta las armaduras de la humedad, el oxígeno y otros agentes atacantes.

Las barras y varillas de acero sufren un aumento de tamaño debido a la capa de óxido que terminan provocando desprendimiento de la capa protectora del hormigón.

corrosión de armaduras 2

Estos daños ponen en entredicho la capacidad portante del elemento estructural afectado, necesitando reparaciones o rehabilitación de la zona afectada y que pueden llegar a ser bastante costosas si no se corrigen a tiempo.

La forma de prevenir estos daños, principalmente se encuentran en la fase constructiva, siendo los siguientes factores los principales a tener en cuenta:

  • Calidad del cemento: que debe cumplir con la normativa de aplicación
  • Relación de agua/cemento: un exceso de agua, provocará un aumento de la evaporación, produce una disminución de la resistencia, mayores deformaciones por contracción y un aumento de la porosidad.
  • Recubrimiento de las armaduras: deberá de tener un mínimo de 2cm para minimizar el efecto de carbonatación de las armaduras.
  • Curado del hormigón: Se debe humedecer el hormigón en los días posteriores.

En las estructuras existentes se debe observar la aparición de fisuras, manchas o grietas, para poder actuar de sobre estos puntos evitando mayores daños.   Una de las soluciones es la de “sanear” la zona afectada, hasta dejar el acero a la vista, cepillar las barras y varillas para eliminar el óxido, aplicar un producto pasivador anticorrosivo y una reparación posterior con mortero técnico.

La rehabilitación de las estructuras afectadas por esta patología debe realizarse por empresas cualificadas que tengan la experiencia necesaria y utilicen los procedimientos y técnicos adecuados a cada caso.